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Rumanía

 

Para los que pasamos la mayor parte de nuestra juventud en el periodo conocido como la “Guerra Fría”, Rumanía era un país asociado con la idea de un bloque de países del Oriente de Europa controlado por la Unión Soviética (los países “satélites”) y en los que se imponían, de grado o por la fuerza, férreas dictaduras comunistas que en algunos casos desembocaron en sangrientas matanzas. En el caso de Rumanía la situación se agravó a partir de los años setenta del siglo XX cuando gobernó un dictador brutal, Ceausescu, que impuso un culto exacerbado a su personalidad megalómana y que llevó al país a una situación de gran penuria hasta que en 1989 fue derrocado y ajusticiado tras una revuelta popular.

Pese a estas graves situaciones políticas que ha sufrido en el siglo XX, es un país con una rica historia y lleno de atractivos para los visitantes, tanto por su arte y su cultura como por los bellos lugares naturales con que cuenta. Rumanía merece pues ser visitado con detenimiento porque, además, hay muchos lugares interesantes por diversas partes de su territorio.

Empezamos nuestro recorrido por la capital del país, Bucarest, una ciudad que merece la pena visitar a pesar de que los muchos años de dependencia de un régimen comunista han dejado las huellas de ese estilo grandilocuente y mazacote. Antes de dicha época, en los comienzos del siglo XX, Bucarest fue una bonita ciudad con un centro en el que había grandes edificios señoriales y amplias avenidas, lo que hizo que se la considerase en ocasiones como la “pequeña París”. Poco es lo que queda de aquel pasado. En la actualidad el máximo atractivo de la ciudad es la visita del palacio del Parlamento, construido en los últimos tiempos de Ceausescu como “Casa del Pueblo”, una inmensa mole que combina la grandilocuencia comunista con el lujo asiático. Con sus 340.000 m2 de superficie pasa por ser el edificio administrativo civil más grande del mundo, y también el más costoso. Todo un despropósito construido en los años ochenta y noventa, cuando Rumanía se encontraba arruinada (figura 1).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Figura 1. Pasillo del Parlamento rumano, antiguo Palacio del Pueblo

 

Merece la pena pasear por algunas de las calles céntricas de Bucarest, principalmente la grandiosa avenida de la Victoria y la calle Kiseleff, donde perviven edificios señoriales de principios del siglo XX. Pero debo reconocer que el resto de la ciudad me pareció escasamente interesante.

Es muy recomendable la agradable visita al Museo de la Aldea, un museo al aire libre en el que se han instalado una serie de casas e iglesias de estilo tradicional transportadas desde diversos lugares del país. Es un concepto análogo al del museo folclórico de Oslo y permite ver una amplia selección de edificios construidos en madera y que nos dan una idea muy completa de los estilos constructivos practicados antaño y de cómo era la vida rural en el país. La visita a este museo instalado en un amplio y bien cuidado parque resulta muy agradable y es en mi opinión uno de los principales atractivos de la capital rumana (figura 2).

 

 

 

 

 

Figura 2. Iglesia tradicional en el Museo de la Aldea de Bucarest

Si mi entusiasmo por Bucarest ha podido parecer (acertadamente) escaso, algo muy diferente ocurre con el resto del país, que atesora una gran cantidad de destinos de extraordinario interés. Así pues, en nuestro recorrido intentamos visitar una buena parte de esas maravillas que hay en el país, aunque la escasez de tiempo nos obligó a dejar otras para una ocasión venidera.

De Bucarest nos dirigimos al monasterio de Curtea de Arges donde visitamos la espléndida iglesia de estilo bizantino construida en el siglo XIV. Ha sido parcialmente modificada a lo largo de los años pero la visita es muy interesante porque se trata de una muestra excelente de arte bizantino trasplantado a Europa. Destaca especialmente el interior porque presenta la organización y decoración propias del arte oriental y porque combina de forma muy bella los mármoles traídos especialmente desde Constantinopla con las pinturas y los iconos típicamente bizantinos. La decoración es reciente porque los frescos pintados por Dragomir desaparecieron tras un terremoto y los que pudieron salvarse están actualmente en Bucarest (figura 3).

 

 

Figura 3. Vista parcial del iconostasio de la iglesia de Curtea de Arges

 

Y es que uno de los grandes alicientes de Rumanía, como iremos viendo, es la visita al sinfín de monasterios que han sobrevivido dispersos por todo el territorio. Muchos son poco conocidos del gran público y precisamente por ello nos producen muy gratas sorpresas cuando nos acercamos a ellos. Uno de estos casos es el monasterio de Cozia, otro excelente ejemplo arte bizantino en plena Europa. Data también del siglo XIV e igualmente ha sido muy reformado a lo largo de los siglos. En este caso, el monasterio no solo cumplía las funciones religiosas, culturales y administrativas que le eran propias sino que también tenía una misión de defensa del territorio.

Como en muchos otros monasterios de Rumanía, lo más interesante para el viajero son los frescos que decoran el interior y el exterior de las iglesias, frescos que datan de las fechas originales de la erección de los monasterios y que además en muchos casos presentan un estado de conservación muy bueno. En ellos podemos contemplar escenas bíblicas de gran belleza que nos llaman la atención porque muestran una clara influencia oriental y la iconografía clásica bizantina. Un buen ejemplo es la imagen de la figura 4 tomada en el monasterio de Cozia y en la que aparece de forma muy gráfica la circuncisión de Jesús. El sacerdote empuña un impresionante cuchillo que es casi tan grande como el Niño, mientras este parece echarse hacia atrás y la Virgen lo acerca con dulzura (figura 4).

 

 

 

Figura 4. La circuncisión de Jesús. Monasterio de Cozia

 

La ciudad de Sibiu tuvo una gran importancia durante la Edad Media, cuando se convirtió en un centro comercial que ponía en contacto el Mediterráneo con el Báltico y el Mar Negro. Los entonces poderosos gremios de los comerciantes dieron a lo que hoy es el centro de la ciudad el aspecto característico, al igual que ocurre en tantas otras ciudades centroeuropeas. Es un centro bonito con amplias plazas y con mansiones que recuerdan dicha actividad comercial y la riqueza que entonces fluía gracias al comercio. Muchas casas antiguas presentan la curiosidad de que los tejados tienen abiertas pequeñas ventanas que parecen ojos que desde la altura observan las actividades que se realizan en las calles y plazas (figura 5).

 

 

 

Figura 5. Casas típicas de Sibiu

 

Seguimos nuestro recorrido en dirección Noroeste hasta la ciudad de Cluj, ya bastante próxima a las fronteras de Hungría, Ucrania y Eslovaquia. Es la principal ciudad del Oeste de Rumanía y su proximidad a otros países actuales explica que haya tenido una historia bastante azarosa y muestre influencias que en ella han dejado diversos pueblos, etnias y culturas: germanos, dacios, zíngaros, húngaros, eslavos… Es pues una ciudad abierta y multicultural, bastante diferente de otras ciudades rumanas, y con una cierta potencia industrial. Cluj cuenta con dos bonitas catedrales, una ortodoxa y otra católica, pero por lo demás no es mucho lo que esta ciudad puede ofrecer a los viajeros. 

Casi en la línea fronteriza que separa a Rumanía de Ucrania visitamos el pequeño pueblo de Sapanta, cuyo atractivo es el original y curioso cementerio de la localidad. Debo reconocer que siempre me han atraído los cementerios y los peculiares recuerdos con los que los todavía vivos homenajean a sus difuntos. Hay por todo el mundo famosos cementerios en los que reposan los restos de grandes hombres en medio de lujosas sepulturas. Tal es el caso, por ejemplo, del Père Lachaise de París, del cementerio de la Recoleta en Buenos Aires o del imponente cementerio de Novodevichi en Moscú. En otros casos son muy llamativas las ceremonias funerarias como las cremaciones públicas en la India o las grandes fiestas que se celebran en las islas Célebes.

El cementerio de Sapanta no es grande ni lujoso ni antiguo, pero es muy original. Se ha realizado en el siglo XX por iniciativa de un artista local pero se ha convertido en un gran atractivo por su carácter familiar y entrañable, con tintes que en ocasiones son humorísticos y en otros también un tanto mordaces y satíricos. Se trata en definitiva de ilustrar la tumba de cada difunto con unas grandes cruces de madera pintadas de color azul y en las que se recogen rasgos característicos de la vida y de la personalidad del fallecido. En ocasiones también aparecen imágenes alusivas a su profesión o a los hechos por los que fue conocido en el pueblo. Lamentablemente, nuestro desconocimiento de la lengua rumana no nos permite disfrutar a nuestro gusto de estos jugosos epitafios pero sí podemos observar las artísticas realizaciones de las cruces de madera y de las ingenuas imágenes representativas de la vida de los difuntos (figura 6).

 

 

 

Figura 6. Vista parcial del cementerio de Sapanta

 

A una treintena de kilómetros de Sapanta visitamos la iglesia del antiguo monasterio de Surdesti, una pequeña joya que no debe uno perderse. Es una preciosa iglesia construida enteramente en madera que data del siglo XVIII. Es una típica iglesia de esta regional septentrional de Maramures donde nos encontramos. Pertenece a la rama griega de la iglesia católica y está dedicada a los santos arcángeles. Dispone de una esbelta torre, famosa porque fue en su día la torre de madera más alta de Europa. El interior de la iglesia tiene mucho encanto pues presenta una armoniosa combinación entre el carácter rústico y sencillo que le confieren las paredes de madera desnuda con la exuberante decoración del iconostasio, característica de las iglesias orientales (figura 7).

 

 

 

 

Figura 7. Interior de la iglesia de madera del monasterio de Surdesti

 

No lejos de Surdesti hay otro importante monasterio de los muchos situados en esta típica región de Maramures, el monasterio de Barsana. En realidad es actualmente un gran complejo que contiene varias edificaciones, unas antiguas y otras modernas. Lo más interesante es sin duda la iglesia antigua, una típica iglesia de madera que se construyó en el siglo XVIII en otro lugar y fue trasladada aquí en el siglo XIX. Está dedicada a la Presentación de la Virgen y cuenta con dos alturas, una amplia nave con vestíbulo y porche y una esbelta torre.

La puerta de acceso al conjunto es también una puerta antigua de madera, buen ejemplo de la construcción tradicional de la región. Hay además una iglesia moderna, también de madera, el monasterio actual, dos casas, etc. (figura 8).

 

 

Figura 8. Vista parcial del monasterio de Barsana

 

La visita a este complejo es imprescindible ya que se trata de uno de los monasterios con más rica historia y más reconocidos de Rumanía. No obstante, debo reconocer que no es uno de los que más me gustaron a mí. Su importancia es sin duda grande y contiene varios edificios construidos en madera que resultan muy llamativos, todo ello situado en un bello entorno natural. No obstante, para mi gusto tiene un excesivo aspecto de museo y carece de la sencillez y la autenticidad de otras iglesias o de otros monasterios que visitamos en Rumanía.

Tal es el caso, por ejemplo, de la pequeña pero notable iglesia rural de Rozavlea, una más de las iglesias de madera que hay desperdigadas por el territorio de Maramures. No es tan grande como otras que hemos visitado pero tiene el gran interés de que en su interior se conservan las pinturas originales que decoran todas las superficies de la nave. Como es lógico por su antigüedad y por estar hechas directamente sobre la madera son pinturas bastante deterioradas pero al mismo tiempo suficientemente bien conservadas para que se puedan reconocer perfectamente las escenas bíblicas representadas en ellas. Además, el hecho de que toda la superficie interior esté recubierta de estas pinturas confiere al conjunto un aspecto sorprendente. En la figura 9 recojo como ejemplo una vista parcial del lado derecho de la nave en la que se ve a la izquierda la Crucifixión y a la derecha el llanto de la Virgen sobre el cadáver de Jesús.

 

Figura 9. Pinturas murales en la pequeña iglesia rural de Rozavlea

 

Todavía visitaríamos otra iglesia de madera antes de abandonar la región de Maramures, la de Bogda Voda, bastante similar a las que ya hemos comentado. Pero hay que decir que en conjunto esta región septentrional de Rumanía, fronteriza con Ucrania, cuyo mayor aliciente son las iglesias antiguas de madera, nos produjo una grata sorpresa. Es una región eminentemente agrícola con pueblos agradables, en un entorno geográfico con suaves ondulaciones y en los que todavía se puede observar la vida tradicional de unas gentes que parecen vivir en otro tiempo (figura 10).

 

Figura 10. La vida agrícola en Bogda Voda

 

Nuestro siguiente gran objetivo son los famosos monasterios de la región nororiental del país, uno de los principales atractivos de Rumanía. El viaje desde Maramures es largo y nos obliga a cruzar los montes Cárpatos, lo que es también un importante aliciente. Este sistema montañoso forma un arco que atraviesa Europa oriental más o menos en dirección Norte-Sur, desde Polonia hasta Serbia pasando por Chequia, Ucrania, Eslovaquia, Ucrania y, por supuesto, Rumanía. Es un sistema que no cuenta con grandes altitudes pero que tiene un extraordinario interés geográfico por su extensión, por los bosques que todavía pueblan muchas partes del territorio y por su gran riqueza faunística, especialmente destacada en Rumanía, donde abundan ejemplares de especies tan amenazadas como el lobo, el oso o el lince.

La finalidad de nuestro viaje es fundamentalmente artística y no tenemos previsto adentrarnos por estos espectaculares parajes. Como suele ocurrir en los viajes, hay que elegir. No se puede ver todo. Los impresionantes bosques de los Cárpatos rumanos merecerían una visita detenida pero habrá que dejarlo para otra ocasión. Sin embargo, la carretera que atraviesa los montes pasa por lugares de gran belleza. Estamos en otoño y los bosques muestran su espectacular variedad de colores, así como la extensión y densidad de estas singulares masas arbóreas (figura 11).

 

 

Figura 11. Bosque en los montes Cárpatos de Rumanía

En la esquina nororiental de Rumanía, a 20/40 km de Ucrania y a unos 100 km de Moldavia, se encuentran varios monasterios de un extraordinario interés. Visitamos en primer lugar el de Voronet, sin duda una de las iglesias más famosas de Rumanía, que en ocasiones es designada como “la capilla Sixtina de Oriente”, una denominación excesivamente enfática pero que da idea de la espectacularidad artística que se encuentra en este antiguo monasterio.

Fue erigida en el siglo XV por Esteban el Grande para conmemorar la victoria obtenida por sus tropas en la batalla de Vaslui. El primer abad del monasterio, enterrado en este recinto, es san Daniil, santo muy venerado en Rumanía.

La iglesia del monasterio está dedicada a san Jorge y es quizá el ejemplo más representativo de las bellas iglesias pintadas que hay en esta región. El interior de la iglesia está completamente decorado, como ocurre en tantos otros lugares. Pero lo que es original aquí es que también está completamente pintado el exterior de la iglesia. Se trata de pinturas al fresco que representan diversas escenas bíblicas, algunas notablemente originales, y que se han conservado bastante bien gracias a los grandes aleros que las protegen de la lluvia, de la nieve y en menor medida del sol (figura 12).

 

 

 

Figura 12. Vista general del exterior de la iglesia del monasterio de Voronet

 

Los frescos presentan una gran riqueza cromática pero en bastantes zonas tiende a dominar un color azul muy vivo que ha llegado a ser conocido como azul de Voronet. Aunque la iglesia tiene unas proporciones modestas, el hecho de que estén completamente decorados tanto el interior como el exterior, hace que la superficie pintada sea muy grande y ello permite que se hayan representado las escenas bíblicas con una gran profusión de personajes y con gran realismo, y también que se hayan recogido las vidas de ciertos santos, como san Nicolás de Bari, y otras muy numerosas imágenes. En la figura 13 vemos por ejemplo la espectacular representación del juicio final.

 

Figura 13. El juicio final representado en el exterior de la iglesia de Voronet

 

Las iglesias de esta región son famosas por sus pinturas exteriores, que son mucho más originales y que les confieren un aspecto característico. Pero también el interior está completamente decorado con frescos en los que aparecen bellas representaciones. En el caso de Voronet la decoración interior está dominada por tonos ocres, rosados y anaranjados que confieren al conjunto una gran sensación de armonía y de suavidad. Están representados decenas de santos y de personajes bíblicos y las escenas son de tamaño bastante reducido y se encuentran enmarcadas con líneas de color marrón que dan al conjunto una curiosa apariencia similar a la de las viñetas de un cómic (figura 14).

 

Figura 14. Vista de los frescos del interior de la iglesia de Voronet

 

La visita a Voronet es uno de los platos fuerte del viaje a Rumanía y uno de esos hitos que por sí solos justifican un viaje. Supone un impacto muy marcado y produce impresiones difíciles de olvidar. Pero nos genera una pequeña inquietud: después de haber visto Voronet, seguramente nos van a defraudar los monasterios que aún nos queda ver.

El siguiente en nuestra ruta es el de Humor que, efectivamente, resulta menos espectacular. La iglesia es más pequeña y los frescos del exterior están bastante más deteriorados que los de Voronet. En algunas partes han desaparecido casi por completo. Por el contrario, las pinturas del interior son muy bonitas y están bien conservadas. Se parecen mucho a las de Voronet en cuanto a la temática representada, en cuanto al colorido predominante y en cuanto al uso de viñetas enmarcadas para separar unas escenas de otras (figura 15).

 

Figura 15. Vista parcial del interior de la iglesia del monasterio de Humor

 

Nuestra siguiente parada es el monasterio de Sucevita, otro de los más importantes de este conjunto de monasterios ubicados en la región de Bucovina. Es de construcción algo más tardía, pues fue erigido a finales del siglo XVI pero sus frescos son de los más espectaculares. Se encuentra exenta en medio de un gran recinto amurallado, lo que permite una muy buena visibilidad sobre las bellas pinturas exteriores, que además se encuentran en líneas generales en un excelente estado de conservación. Predominan en este caso los tonos verdes y azules. La cantidad de figuras representadas y la belleza de las mismas son apabullantes. Haría falta muchas horas para analizar cada figura leyendo las explicaciones de lo que representan o simbolizan (figura 16).

 

 

 

Figura 16. Vista parcial de la cabecera de la iglesia de Sucevita

 

En el muro izquierdo de la iglesia, el que se encuentra el viajero de frente cuando entra en el recinto, se halla la célebre representación de la escalera del cielo o la escalera de la virtud. Una gran escalera situada en una original posición diagonal es utilizada en la parte derecha por las almas que se dirigen al cielo. Reyes, obispos, curas y seglares, acompañados por una legión de ángeles, siguen ese camino ascendente que llega a donde espera Cristo. Pero las tentaciones, los peligros y los vicios acechan a lo largo de todo el recorrido. Hasta en los últimos peldaños puede uno tropezar y caer. En ese caso, un ángel les empuja hacia el abismo que hay a la izquierda de la escalera por donde se despeñan los condenados, que son recibidos alborozadamente por los demonios. Un excelente ejemplo de una pintura que es una primorosa obra de arte y, al mismo tiempo, todo un libro de catequesis (figura 17).

 

 

 

 

 

Figura 17. Representación de la escalera de la virtud en la iglesia de Sucevita

Acabamos nuestro recorrido por los monasterios de la región de Bucovina visitando el de Moldovita, que sigue el mismo estilo y mantiene características similares a los ya mencionados. A pesar de que el interior de la iglesia está completamente cubierto de pinturas entre las que destaca en este caso una imponente representación del juicio final, lo más llamativo sigue siendo el conjunto de frescos que adornan el exterior de la iglesia, llenos de colorido, de vida y de mensajes religiosos. Cientos de personajes están representados en numerosas escenas bíblicas e históricas, cada una con su simbolismo, su significado y su mensaje. Cada personaje es diferente de los demás pero el conjunto adquiere una armonía y una unidad sorprendentes, destacando en todo ello unas tonalidades azules y ocres de gran belleza (figura 18).

 

Figura 18. Vista parcial de la iglesia de Moldovita

 

La iconografía de las pinturas mantiene los temas preferidos en los monasterios de esta región: la vida de la Virgen, la vida de san Nicolás, el juicio final, el árbol de Jesé, etc. Asimismo, se mantiene ese estilo característico de narración de historias mediante viñetas que reflejan diversas secuencias de la misma. Esto se aprecia con mucha claridad en la fotografía que incluyo como figura 19. En el nivel superior se narra la Anunciación a la Virgen, que en vez de aparecer, como es habitual, en una sola escena, se representa como una película con varios fotogramas. En el nivel intermedio vemos cómo los tres Reyes Magos se acercan galopando para adorar al niño y posteriormente abandonan la escena, también a caballo. A continuación, se representa la huida a Egipto (figura 19).

 

Figura 19. Escenas bíblicas en el exterior de la iglesia de Moldovita

 

Es curioso que en ocasiones aparecen también escenas históricas que tuvieron especial relevancia para la Cristiandad y que tuvieron un significado más marcado en el Este de Europa por razones geográficas. Tal es el caso del asedio a Constantinopla, una de las escenas más célebres de cuantas se hallan representadas en este monasterio. Es impresionante la cantidad de información y de simbolismo que se recogen en esta escena, aparentemente sencilla y hasta ingenua. La gran ciudad amurallada aparece atacada por tierra y mar reflejando su peculiar ubicación geográfica. Los defensores disparan sus flechas desde la muralla. El emperador y la emperatriz procesionan acompañados de su séquito de soldados y religiosos rogando a Dios que salve a la ciudad. En el centro de la parte superior de la imagen se ve cómo se lleva en procesión al icono que representa a la Virgen con el Niño. Un poco más abajo, un grupo de fieles muestran extendido el célebre Mandylion con el rostro de Cristo impreso sobre la tela, una reliquia que había desaparecido tiempo atrás pero que aquí se representa para simbolizar el apoyo divino a la defensa de Constantinopla (figura 20).

 

Figura 20. El asedio de los turcos a Constantinopla representado en la iglesia de Moldovita

 

Varias otras cosas aparecen representadas en esta escena pero lo dicho basta para ilustrar la riqueza de la información religiosa, histórica y simbólica recogida en una sola de las cientos de escenas pintadas en los muros de estas iglesias que, por ello, constituyen un tesoro único y cuya visita supone para el viajero una experiencia inolvidable.

Dejamos atrás los monasterios de Bucovina y nos dirigimos hacia el Sur para visitar la ciudad de Sigisoara, otra de las ciudades que fueron fundadas por los sajones procedentes de Alemania en el siglo XII, si bien mucho tiempo antes había existido en el lugar un campamento romano. Antes de llegar visitamos la iglesia de Biertan, una bonita iglesia fortificada construida en tiempos de los sajones.

Como otras ciudades ya mencionadas (Sibiu y Cluj) y otras que visitaremos en breve (Brasov), Sigisiora fue una importante ciudad comercial que tuvo su apogeo en los siglos XIV y XV. Pero la visita a Sigisoara es en mi opinión mucho más interesante. Es posible que esta ciudad no haya prosperado tanto como otras en los últimos siglos y ello hace que conserve mucho más su aspecto medieval y tenga un centro histórico, muy bonito, muy bien conservado y muy agradable.

Destacan la torre del reloj y los restos de las murallas medievales. Pero Sigisoara cuenta también con bellas iglesias, con casas señoriales y con plazas y calles por las que da gusto pasear tranquilamente. Tuvimos el acierto de hacer noche en esta bonita ciudad que al anochecer se queda tranquila y solitaria haciendo que el deambular por su casco antiguo sea un relajante placer (figura 21).

 

 

 

Figura 21. La torre del reloj de Sigisoara al anochecer

 

Esta ciudad atrae a muchos visitantes por un motivo mucho más anecdótico, el haber sido la cuna de uno de los más famosos personajes históricos de Rumanía. En efecto, aquí nació Vlad Dracul, también llamado Vlad Tepes (que significa Vlad el Empalador), apodo que se le confirió por su legendaria crueldad. Fue príncipe de Valaquia (región Sur de la actual Rumanía) entre 1456 y 1462. Luchó con denuedo contra el expansionismo otomano que amenazaba no solo a Rumanía sino a toda Europa. Pero habría pasado a la historia como un personaje secundario y de influencia meramente local de no haber sido porque en el siglo XIX el escritor irlandés Stoker publicó la novela Drácula, inspirada en este príncipe, novela que tuvo un éxito fulgurante y que ha dado lugar a uno de esos personajes míticos de la literatura y del cine que se convierten en un arquetipo (figura 22).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 Figura 22. Placa conmemorativa en la casa natal de Vlad Dracul (Sigisoara)

 

Proseguimos nuestro camino hacia el Sur para llegar a la ciudad de Brasov, pero en lo alrededores hay que hacer una parada inevitable para visitar el castillo de Bran. Es una bonita fortaleza medieval y uno de los lugares más visitados del país porque atrae a muchos turistas que se sienten atraídos por los mitos. Es conocido popularmente como el castillo de Drácula pero parece que Vlad Tepes nunca vivió en este lugar. El castillo, aparte de su antigüedad y de esa supuesta vinculación con el personaje que inspiró a Stoker, resulta atractivo porque es muy bonito, se encuentra situado en un promontorio desde el que se divisan espléndidas vistas y está muy bien conservado porque nunca llegó a tener gran importancia desde el punto de vista militar (figura 23).

 

 

Figura 23. Vista del castillo de Bran

 

Brasov es otra de esas ciudades comerciales que los sajones implantaron durante la Edad Media en el territorio que hoy es Rumanía. Es una de las ciudades más visitadas del país porque goza de una privilegiada posición central y porque ofrece muy variados alicientes. Se halla situada en los montes Cárpatos a una altitud de 600 m.s.n.m., lo que hace que en verano goce de temperaturas muy agradables y en invierno se convierta en una estación apta para los deportes de invierno. El entorno es muy bonito pues es una región cubierta por densos bosques.

Además, la propia ciudad no ha crecido excesivamente y ha mantenido hasta cierto punto algo de su sabor medieval. Posee bellos monumentos de diversos estilos y calles típicamente centroeuropeas flanqueadas de edificios señoriales y de comercios. Brasov se asienta a los pies de las montañas que le dan una gran parte de su belleza y le permiten albergar numerosas actividades recreativas y de ocio. Desde la montaña se aprecia la bonita arquitectura de la ciudad, en la que destacan los tejados rojos y la rica vegetación que rodea a la ciudad (figura 24).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Figura 24. Vista de la ciudad de Brasov desde lo alto

 

Una de las cosas que me gustan de los viajes es que suelen depararte experiencias inesperadas, que no son obviamente lo más importante pero que contribuyen a generar recuerdos singulares. Esto nos pasó en Brasov, donde comimos en un restaurante típico que nos gustó mucho. Nos dimos una comilona amenizada por música y bailes típicos y tuvimos la ocasión de degustar algo que nunca antes habíamos probado, la carne de oso, que por cierto es muy sabrosa y muy jugosa (figura 25). Mientras tanto, fuera caía una de las primeras grandes nevadas del otoño.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Figura 25. Estupendos churrascos de carne de oso

 

Antes de volver a Bucarest para iniciar el viaje de regreso visitamos la ciudad de Sinaia, apenas a dos horas de la capital y otro de los lugares de Rumanía que uno no debe perderse. Ante todo, la región donde se ubica esta pequeña ciudad es una zona montañosa cubierta de espesos bosques que ofrece paisajes muy bonitos. Así, no es de extrañar que haya sido un lugar elegido como centro de vacaciones y de esparcimiento de los habitantes de Bucarest, aunque solo a partir del siglo XX.

Es curioso que el nombre de la ciudad tiene su origen en un monasterio homónimo que se construyó aquí en el siglo XVII en recuerdo del célebre monasterio de Santa Catalina, ubicado a las faldas del monte Sinaí y uno de los primeros de la historia de la Cristiandad. La actual ciudad fue creciendo posteriormente alrededor del monasterio que, como es habitual, estaba en su momento erigido en lugar recóndito.

El monasterio de Sinai sigue estando en activo, pese a los avatares de la historia, y está habitado por algunos monjes. Consta de varios edificios y su visita es muy interesante. Destacan ante todo los bellos frescos neobizantinos en los que se representan las clásicas escenas bíblicas que suelen formar parte de la iconografía oriental. Así, por ejemplo, vemos en la figura 26 el fresco que representa la escena de la Dormición de la Virgen, una representación que es muy frecuente en el arte bizantino, mientras que en Occidente es mucho más habitual la representación de la Asunción de la Virgen al cielo, con lo que se pretende dar un mayor relieve a la singularidad de la vida de la Virgen.

 

Figura 26. La Dormición de la Virgen (monasterio de Sinaia)

 

Merece la pena visitar también en Sinaia el palacio de Peles, mandado construir a finales del siglo XIX por el rey Carlos I, quien cuando conoció la región quedó impresionado por su belleza y decidió construirse un palacio de verano en lo que hasta entonces había sido un pequeño poblado de montaña.

El palacio es una ostentosa muestra de riqueza y su estilo rebuscado contrasta con la rusticidad y la tranquilidad de los bosques que lo rodean. Es una buena muestra del lujo que imperaba en los ambientes cortesanos en Europa oriental a fines del siglo XIX. La visita al palacio es por ello interesante, si bien tanto su arquitectura como su interior y su mobiliario pueden resultar chocantes para nuestros gustos actuales. Se dice incluso que fue el primer edifico europeo en contar con electricidad y con ascensor Figura 27).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Figura 27. Vista de la fachada del palacio de Peles

 

El paseo por los estupendos jardines del castillo en una tranquila tarde otoñal es muy agradable y muy a propósito para poner fin a nuestro recorrido por tierras rumanas, un viaje que nos ha permitido conocer algunos de los muchos lugares interesantes y hermosos dispersos por el territorio de este país.     

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En este sitio quiero compartir con los amantes de los viajes, también con los que son renuentes a realizarlos, algunas experiencias y fotografías sobre algunos de los viajes más interesantes que hemos tenido la suerte de realizar.

Todo viaje a un país desconocido es una experiencia intensa que te hace sentirte vivo y te enriquece, pero en algunos casos la distancia, la sorpresa, el exotismo o la belleza del lugar hacen que esa experiencia sea algo especialmente memorable.

Jaime Pereña Brand

Madrid, 2020

 

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