
Etapa 13ª. Cacabelos-Vega de Valcarce
Las etapas tradicionales, en gran parte condicionadas por la disponibilidad de los albergues que existían antiguamente, son diferentes de las que yo estoy haciendo estos días. Suelen ser: Rabanal del Camino-Ponferrada, Ponferrada-Villafranca del Bierzo y Villafranca del Bierzo-El Cebreiro. De esta forma se asciende al Cebreiro después de una larga etapa y a última hora de la tarde. Mi plan es acometer la ascensión por la mañana.
Figura 44. Amanecer a la salida de Cacabelos
Hoy salgo tal vez más temprano que otros días. Todavía es de noche y contemplo un precioso amanecer en la subida que hay a la salida de Cacabelos (figura 44). Un par de kilómetros más arriba hay un bar abierto donde disfruto
de un estupendo desayuno.
El camino transcurre por bonitos senderos recorriendo viñedos y atravesando pequeñas aldeas, hasta llegar a Villafranca del Bierzo, última ciudad importante de tierras leonesas, desde la que se percibe que Galicia está ya muy próxima.
Antes de entrar nos topamos con la estupenda iglesia de Santiago, que está cerrada (claro), pero donde podemos ver la magnífica Puerta del Perdón, famosa porque permitía obtener las mismas indulgencias que en Santiago (figura 45).
Figura 45. Pórtico del Perdón de la iglesia de Santiago, en Villafranca del Bierzo
En efecto, eran tantos los peregrinos que llegaban aquí enfermos o exhaustos que el papá Calixto III concedió que los peregrinos impedidos pudiesen alcanzar al atravesar esta puerta los mismos beneficios que hubiesen obtenido si hubiesen podido llegar a Compostela. La portada románica es muy bonita pero su importancia histórica hace que tenga un encanto especial para los peregrinos, especialmente para quienes no estamos impedidos y ya pensamos que vamos a poder llegar a Santiago.
En el camino paso un rato charlando con dos franceses muy simpáticos que, como suele ser habitual en ellos, se muestran muy contentos cuando encuentran alguien que habla su idioma. Ella es una señora bastante mayor, que se llama Chantal (figura 46). Su acompañante, Maxime, es un chico joven peinado a lo rastafari. ¿Será tal vez su nieto? Coincidiremos con ellos en varias etapas posteriores.
Figura 46. Chantal (Francia) en Villafranca del Bierzo
No recuerdo si había pasado antes por Villafranca del Bierzo. En todo caso, me sorprende por la belleza de los edificios que posee y por el entorno, también muy bonito. A la salida de la ciudad, el camino se va adentrando en el valle de Valcárce o Valcárcel, lugar de paso casi inevitable entre Castilla y Galicia desde tiempos inmemoriales. Aquí se superponen la calzada romana, el Camino de Santiago, la carreta nacional y la moderna autopista.
El camino va ascendiendo por el valle atravesando pueblos de nombres sugerentes: Trabadelo, La Portela, Ambasmestas… La vegetación se hace más densa y aparecen bonitos ejemplares de castaños y de robles añejos. La estrechez del valle obliga en muchos tramos a circular por la antigua carretera nacional afortunadamente ya casi sin tráfico (figura 47).
Figura 47. Una peregrina reza en la pequeña iglesia de Ambasmestas
Hago una buena parte del recorrido con una pareja de peregrinos costarricenses, Luis y Mayra. Andan a buen ritmo pero no llevan mochila. Es su primer viaje a Europa y han aprovechado para visitar otros países pero en España han tenido especial empeño en hacer el Camino. Otro pequeño tramo lo comparto con una chica turca, de nombre irrepetible, que conocí en Molinaseca. Vive cerca de Éfeso y habla varios idiomas. Dice que le entraron ganas de conocer el Camino al leer el libro de Paulo Coelho. En el último tramo de la etapa coincido con una señora irlandesa muy simpática que está haciendo el Camino con su hijo adolescente, pensando que cuando sea mayor no podrá conseguir que le acompañe.
Por fin llego al albergue municipal de Vega de Valcarce, donde vamos ocupando las literas a la espera de que llegue la hospitalera. El albergue está en unas antiguas escuelas casi debajo de uno de los enormes viaductos de la moderna autovía.
En el albergue conozco a un grupo de cuatro gallegos mayores afincados en San Sebastián que han hecho el Camino varias veces. Para uno de ellos, que tiene 75 años, es su 12ª edición. También llega un grupo de chicos y chicas de un colegio católico de Minnesota. Están bajo el mando de una profesora enjuta y enérgica. No volveré a coincidir con ellos.
A la hora de cenar entro en uno de los dos restaurantes del pueblo y allí está la señora irlandesa con otras personas. Me invitan a sentarme a su mesa, así que tenemos una cena de confraternización anglosajona: la irlandesa y su hijo, un matrimonio de Seattle (ella de origen venezolano), una señora alemana y yo.
Al salir de cenar está lloviendo fuertemente y cada uno corre a refugiarse en su albergue. Llueve intensamente el resto de la tarde y buena parte de la noche. Hay bastante preocupación, porque la próxima subida al Cebreiro puede ser muy dura si sigue lloviendo.



