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ETIOPÍA

 

Pocos países podemos encontrar tan apasionantes como Etiopía, un territorio en el que confluyen factores geográficos, culturales, históricos, étnicos y paisajísticos de singular riqueza y de una sorprendente variedad.

Paradójicamente, se trata también de un país del que todo el mundo ha oído hablar y del que todos tenemos determinadas imágenes y, al mismo tiempo, un lugar en el que esas imágenes están con frecuencia distorsionadas por tópicos o informaciones segadas, de forma que la realidad tiene poco que ver con esas ideas preconcebidas y muchas veces fuertemente alejadas de la realidad.

  1. Diversidad

 

Una de las grandes dificultades a la hora de llegar a conclusiones sobre Etiopía es que casi todas han de ser relativizadas por la enorme diversidad que presenta el país en todos sus aspectos. Casi todas las afirmaciones que podamos hacer y que son ciertas para una región pasan a ser falsas cuando queremos aplicarlas a otra. Por ello toda generalización será probablemente parcial y frecuentemente falsa en gran medida.

A grandes rasgos podríamos definir tres áreas principales que muestran características diferentes en lo geográfico, lo cultural y lo étnico. Así, podemos hablar de una gran zona que coincide con las regiones septentrionales y que está formada por altas planicies y escarpadas montañas, con una elevada altitud media y abundante, aunque estacional, pluviometría. Es la región más genuinamente etíope, con una antiquísima historia que se remonta a los tiempos bíblicos, de raza predominante blanca y de religión cristiana, aunque con rasgos específicamente etíopes (figura 1).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Figura 1. Típico paisaje montañoso del norte de Etiopía

 

La zona sur tiene, por el contrario, rasgos esencialmente africanos. Las múltiples etnias existentes son de raza negra y de creencias predominantemente animistas. Habitan en grandes llanuras, con frecuencia de tipo sabana, similares a las que se encuentran en Kenia o en el sur de Sudán, regiones con las que presentan una indudable afinidad. Aquí las precipitaciones son mucho menores y las formas de vida están vinculadas al pastoreo y a la agricultura de subsistencia. A diferencia de lo ocurrido en las regiones del norte, son territorios que han permanecido en gran medida aislados y ajenos a los vaivenes de la historia (figura 2).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Figura 2. Mujer mursi con su hijo

La región oriental, cercana a Somalia, presenta un clima semidesértico, con territorios áridos donde las sequías son frecuentes, con escasez de agua y condiciones de vida mucho más difíciles. Es la Etiopía predominantemente musulmana y de rasgos esencialmente semíticos, también la Etiopía que con más frecuencia aparece en los noticieros internacionales por ser la más proclive a sufrir sequías y hambrunas.   

2. Religiosidad

Uno de los rasgos sobresalientes de la vida etíope es la profunda religiosidad de sus habitantes, que se manifiesta de forma constante y explícita en diversos comportamientos, momentos y lugares, aunque se trata de un rasgo que se da predominantemente en la zona norte, de religión cristiana ortodoxa.

En efecto, Etiopía es uno de los pocos países de África cuya religión es mayoritariamente cristina, aunque se trata de una rama de la iglesia ortodoxa con características sui generis porque en parte entronca directamente con el Antiguo Testamento, pues según la tradición fue el hijo de Salomón y la reina de Saba, Menelik, quien primero implantó el judaísmo y llevó a Etiopía nada menos que el Arca de la Alianza. El origen del cristianismo se remonta nada menos que al siglo IV, cuando dos comerciantes sirios cristianos, Frumencio y Edesio, convirtieron al rey Ezana.

A diferencia de lo que ha ocurrido con otras iglesias cristianas, como la católica y las protestantes, la iglesia etíope ha evolucionado muy poco y se mantiene aferrada a sus ritos y costumbres seculares, lo que por una parte le confiere un alto grado de autenticidad y por otra le da tintes especialmente llamativos y arcaicos (figura 3).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Figura 3. Monje orando en una iglesia de Lalibela

Este carácter religioso de los etíopes se manifiesta de muchas formas pero se presenta de forma más evidente en ciertos lugares en los que las raíces históricas de unen con las ceremonias populares actuales, con construcciones religiosas de gran belleza y con paisajes de belleza singular, como es el caso de las ciudades de Axum y de Lalibela y el entorno del lago Tana (figura 4).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Figura 4. Una niña acude a la iglesia en Axum

Lalibela es mundialmente conocida por las iglesias que mandó construir el monarca homónimo en los siglos XII y XIII y que fueron talladas en la roca de forma que se trata de edificios en piedra tero que en lugar de edificarse sobre el terreno están excavadas en él, lo que les confiere no sólo un carácter muy singular sino vistas, luces y colores originales y misteriosos (figura 5).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Figura 5. Iglesia de piedra en Lalibela

 

No menos originales y bellas son las numerosas iglesias que se encuentran en los monasterios desperdigados en los alrededores del lago Tana. En este caso se trata generalmente de iglesias de planta circular en la que las tres zonas se disponen en círculos concéntricos siendo el interno el sancta santorum, donde se guarda una réplica del Arca de la Alianza, que no falta en ninguna iglesia etíope. Estas iglesias, edificadas hacia los siglos XIV y XV, cuentan con bellas pinturas de colores llamativos, con escenas religiosas que suelen repetirse y que presentan un simbolismo muy pedagógico. Son pinturas en muchos casos bastante näif pero muy interesantes y atractivas, también sorprendentes por su originalidad y por su buen estado de conservación (figura 6).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Figura 6. Pinturas murales en una iglesia del lago Tana

3. Naturaleza y paisaje

Como he dicho, la imagen que muchos occidentales tienen de Etiopía, transmitida por medios de comunicación que no suelen esforzarse por documentarse verazmente ni por huir de los tópicos, es la de un territorio árido, desértico, carente de vegetación y donde las sequías son la norma.

Sin embargo, el rasgo geográfico más destacado de Etiopía es que una gran parte de su territorio se encuentra en una meseta que tiene una altitud media de unos 1.700 metros, aunque partes de su territorio están por debajo del nivel del mar y otras se elevan a más de 4.500 metros. A esto podemos añadir que se halla situada entre los 3 y los 15º N, es decir en plena zona intertropical, y que la precipitación media es sumamente variable de unos a otros lugares, pues hay zonas muy secas, con menos de 500 mm de agua recogida al año, y otras con lluvias abundantes que llegan a superar los 1.500 y 1.700 mm al año, es decir mucho más húmedas que Santiago de Compostela.

Estos datos pueden ser poco expresivos para muchos pero en cuanto pensemos un poco nos hablarán con claridad de paisajes muy variables y diversos, de zonas muy húmedas, de tierras bajas y de altas montañas, de grandes ríos, en fin, de un paisaje de grandes contrastes y de gran belleza.

Uno de los accidentes geográficos más espectaculares, y muy poco conocido a pesar de tener una larga y mítica historia, es el Nilo Azul. Desde que el geógrafo griego Heródoto dijese aquello de que “Egipto es un don del Nilo”, por las famosas crecidas que experimentaba anualmente, la búsqueda de las fuentes del Nilo ha sido un enigma que ha apasionado a cientos de aventureros y exploradores durante siglos. Hoy sabemos que el Nilo tiene dos orígenes principales, el Nilo Blanco, que nace en Uganda, y el Nilo Azul, que nace en Etiopía, precisamente en el lago Tana (figura 7).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Figura 7. Las cataratas del Nilo azul cerca del lago Tana

Ambos brazos del Nilo confluyen en la ciudad de Jartun para formar un único gran Nilo, pero es el Azul el responsable de provocar las grandes crecidas anuales porque en tierras etíopes recoge las enormes cantidades de lluvia que se producen en las altas montañas del país y después de formar paisajes espectaculares y de remansarse en el lago Tana, corre hacia el norte hasta desembocar en el Mediterráneo después de atravesar Sudán y Egipto.

El Nilo Azul lleva ingentes cantidades de agua y de fértiles tierras en suspensión durante la época de lluvias para convertirse en poco más que un pobre riachuelo en la época de estiaje. Así, no es de extrañar que en ocasiones tenga que saltar elevadas cataratas y que otras veces haya labrado profundos cañones. Unas de las más bellas cataratas del río Azul se forman a poco de dejar las tranquilas aguas del lago Tana (figura 8).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Figure 8. El Nilo Azul cerca de Bahar Dar

Otro de los lugares más bellos de Etiopía es el espectacular macizo montañoso de Simién, hoy en día parcialmente convertido en parque nacional y declarado por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad.

Se yergue sobre el macizo etíope formando relieves muy accidentados, con elevadas cumbres que superan los 4.000 metros de altitud, aunque dada su gran antigüedad geológica aparecen en gran parte erosionadas y redondeadas. El paisaje es a veces ondulado y con perfiles bastante planos; otras veces forma profundos valles y gargantas con impresionantes cañones y cortadas (figura 9).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Figura 9. Montañas de Simién

Basta adentrarse un poco en las montañas de Simien para encontrarnos con áreas de naturaleza casi virgen, donde habitan reducidas poblaciones dedicadas a la actividad pastoril y donde existe una gran riqueza de flora y de fauna, destacando especialmente los babuinos gelada, que a pesar de su gran tamaño son herbívoros. Nos encontramos a más de 3.000 metros y, a pesar de estar muy cerca del Ecuador, las noches son muy frías. Las cumbres más altas superan ampliamente los 4.000 metros. Millones de años de erosión han creado formas suaves y redondeadas en las cumbres al mismo tiempo que las grandes lluvias han formado cañones, valles y cortes en la montaña con desniveles vertiginosos, paredes, cortadas y riscos de singular belleza (figura 10).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Figura 10. Parque Nacional de las montañas de Simién

 

La relación de lugares con una naturaleza perfectamente conservada y paisajes de gran belleza podría alargarse indefinidamente pero aquí nos limitaremos a mencionar otro lago, el Chamo, en este caso un típico lago africano pleno de fauna salvaje donde podemos ver de muy cerca los impresionantes cocodrilos del Nilo que superan los seis metros de longitud. Desgraciadamente desaparecieron de una gran parte de África en el siglo XIX pero aquí podemos verlos en todo su esplendor (figura 11).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Figura 11. Un gran cocodrilo del Nilo en el lago Chamo

4. Las tribus del sur

 

La población de Etiopía presenta una gran riqueza y diversidad porque son más de 40 las etnias diversas que habitan en este territorio, aproximadamente dos veces el tamaño de España. Pero lo verdaderamente llamativo en nuestro mundo globalizado es que muchas de esas tribus, principalmente las que viven en la zona sur, en el gran valle del río Omo, mantienen sus costumbres ancestrales y viven de forma muy similar a como lo hicieron sus antepasados del neolítico (figura 12).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Figura 12. Mujeres en el mercado

Esto se ha debido en gran parte a que Etiopía ha sido tradicionalmente un país muy celoso de sus tradiciones y costumbres y hasta el siglo XX ha intentando mantener una política muy autárquica y aislacionista. Es cierto que fue colonizada por Italia en 1928 y que antes los ingleses habían intentado establecerse, con poco éxito, en Abisinia, pero es a partir de los años 1950 cuando Haile Selassie decide abrir Etiopía al mundo. Desde entonces el país ha cambiado sensiblemente y se ha incorporado a las corrientes de desarrollo y modernización, que ya han supuesto un cambio radical en ciudades como Addis Abeba.

Los vientos modernizadores van llegando con cierto retraso a las regiones más alejadas, como es el sur y allí todavía perviven modos de vida de épocas pretéritas que probablemente irán desapareciendo en pocos años por el imparable influjo de la vida moderna.

El Estado, como es lógico, intenta desarrollar las zonas más deprimidas haciendo embalses, construyendo fábricas y poniendo en explotación terrenos susceptibles de ser cultivados, y promueve la modernización de costumbres tales como la escolarización de los niños, la condena de la práctica de la ablación en las mujeres, etc.

Por ello, hoy es posible ver un país “a dos velocidades”: una Etiopía que intenta modernizarse, desarrollarse y superar las tradicionales carencias económicas y otra que todavía se mantiene en una economía de subsistencia pegada a la tierra y a antiquísimos medios de producción (figura 13).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Figura 13. Herrero ari elaborando un cuchillo

 

La apertura de Etiopía al mundo, supone, obviamente, también la apertura al turismo, un turismo que no puede ser ajeno a los enormes atractivos con que cuenta el país y que es una gran riqueza potencial. Pero la llegada de un número creciente de turistas producirá probablemente, como ha ocurrido en otros lugares, que las poblaciones vayan adquiriendo usos y costumbres extranjeras y vayan perdiendo los rasgos propios que han mantenido durante siglos. Costumbres como la que todavía exhiben los mursis de hacerse incisiones en los labios y dilatarlos progresivamente para introducirse elementos decorativos como platos de arcilla (figura 14), están probablemente condenadas a desaparecer en un plazo de tiempo no muy largo y ello hace todavía más interesante la posibilidad de contemplar esos rasgos culturales.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Figura 14. Mujer mursi con un plato de arcilla en su labio inferior

 

Los mursi, los ari, los hamar, los conso, los dorze  y tantas otras poblaciones autóctonas han vivido durante siglos apegadas a sus tradiciones y manteniendo un tipo de vida sumamente pobre y ajustado a los ritmos marcados por las circunstancias naturales. Es incluso llamativo que tribus que viven en zonas muy próximas entre sí muestren rasgos tan diferentes, tengan establecidas fronteras imaginarias, presenten atuendos diversos, etc. (figura 15).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Figura 15. Mujeres hamar en su poblado

 

Una Etiopía en curso de modernización está haciendo, como es lógico e inevitable, grandes esfuerzos por escolarizar a los niños (algo muy difícil en zonas en las que tradicionalmente han sido los encargados de apacentar el ganado), por evitar que sea la mujer la encargada de realizar las tareas más duras (figura 16), por mejorar la atención  sanitaria, todavía muy precaria en las zonas rurales, por crear nuevas oportunidades de trabajo mediante la instalación de nuevas plantaciones de caña de azúcar y de otros cultivos y por asegurar el abastecimiento de agua y de energía mediante la construcciones de embalses.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Figura 16. La mujer realiza con frecuencia los trabajos más duros

Todo ello redundará sin duda en una mejora de las condiciones de vida del hasta ahora muy pobre sur de Etiopía pero ello supondrá un cambio radical también en las formas de vida  tradicionales de los habitantes de estas regiones. Las niñas que aparecen en las figuras 17 y 18 trocarán probablemente sus atuendos tradicionales y sus labores de cuidado del ganado por el uniforme escolar y quién sabe si más tarde por un puesto en la universidad a por un trabajo de dependienta en un centro comercial.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Figura 17. Niña mursi con sus atuendos tradicionales

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Figura 18. Los niños etíopes suelen ocuparse del ganado desde muy pequeños

5. Conclusión

 

Es mucho más lo que se podría decir de un país tan rico, tan grande y tan diverso como Etiopía, pero un blog requiere brevedad y lectura fácil. Basten pues estos pocos retazos para concluir que se trata de uno de los países más interesantes para cualquier viajero y que su visita resulta una experiencia enriquecedora, apasionante e inolvidable.

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Bienvenido a mi sitio web de viajes

En este sitio quiero compartir con los amantes de los viajes, también con los que son renuentes a realizarlos, algunas experiencias y fotografías sobre algunos de los viajes más interesantes que hemos tenido la suerte de realizar.

Todo viaje a un país desconocido es una experiencia intensa que te hace sentirte vivo y te enriquece, pero en algunos casos la distancia, la sorpresa, el exotismo o la belleza del lugar hacen que esa experiencia sea algo especialmente memorable.

Jaime Pereña Brand

Madrid, 2020

 

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