
Etapa 17ª. Portomarín-Palas de Rey
La salida de Portomarín es bastante dura pues hay que volver a subir lo que descendimos el día anterior para salir del valle del Miño. La subida es larga y a nosotros se nos hace desagradable porque durante mucho rato llevamos detrás a un grupo de jóvenes andaluces, bastos y maleducados, que no paran de hablar en voz alta para que todo el mundo se entere de sus correrías. Estas cosas no pasaban antes de Sarria.
El Camino transcurre por un paisaje muy bonito y agradable. Las suaves ondulaciones del terreno mojado por la lluvia de la tarde anterior brillan a la luz del sol (figura 62) y los charcos que todavía quedan en el camino sirven a los peregrinos de improvisados espejos (figura 63).
Figuras 62 y 63. El paisaje gallego brilla bajo el sol de la mañana y un charco hace las veces de espejo
Cerca de Ventas del Narón pasamos por el famoso cruceiro de Lameiros, uno de los más antiguos que jalonan el Camino por tierras gallegas (figura 64).
l hacer la inevitable parada de media mañana para almorzar y reponer fuerzas, encontramos a un grupo de peregrinos conocidos, nuestro amigo Neal, de Chicago, entre ellos (figura 65).
Figura 64. El cruceiro de Lameiros
Ésta es una de las cosas curiosas que tiene la experiencia del Camino: te encuentras con personas a las que conoces un día y no vuelves a ver nunca más, sin saber qué a sido de ellas, mientras que con otras personas coincides en sitios y momentos muy diferentes, sin proponértelo. Esto me ha ocurrido con Neal, a quien conocí hace 15 días en Castrojeriz y, a pesar de que anda mucho más rápidamente que yo, con frecuencia coincidimos en lugares imprevistos.
Figura 65. Con Neal, de Chicago
Y entre unas cosas y otras llegamos al final de la etapa de hoy, Palas de Rey, otro lugar tradicional del camino, hasta el punto de que en el Codex Calixtinus es el final de la penúltima etapa. Palas es hoy una ciudad grande y moderna con un interminable polígono industrial que hay que atravesar antes de legar al centro. Afortunadamente, hemos hecho una reserva en el albergue privado de Benito, lo que nos evita caer en la tentación de quedarnos en el nuevo albergue municipal que han construido antes de llegar al pueblo y que está a más de un kilómetro del centro.
Por la tarde asistimos a la misa en la iglesia románica de la localidad, dedicada a san Tirso.



