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Etapa 9ª. Villar de Mazarife-San Justo de la Vega

Volvemos a tener una etapa muy larga y, dado que tengo que estar en Madrid el día 27 sin falta, decido experimentar lo de enviar la mochila por un transportista, con la intención de comprobar si eso me permite hacer etapas más largas y también para preservar mis pies que empiezan a estar algo mejor, después de tantos días de sufrimiento. Lo malo es que para poder mandar la mochila tienes que saber exactamente dónde vas a llegar y que en los albergues municipales no admiten reservas. Decido pues pasar la noche en la pensión Juli de San Justo de la vega, a 27,3 kilómetros de Villar de Mazarife.

Enzo se levanta a las 5,30 y yo le sigo poco después, aunque no me pongo en marcha hasta haber tomado un buen desayuno en el albergue de Jesús. Cuando empiezo a andar aparecen los primeros rayos del sol a mi espalda tiñendo de colores rosados y morados el perfil del caserío de Villar de Mazarife (figura 26). Aprovecho para decir que esa colección de amaneceres  de colores inverosímiles en las llanuras de Castilla es uno de los recuerdos imborrables del Camino.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Figura 26. El sol nace tras las casas de Villar de Mazarife

Estamos ya en la novena etapa y es el primer día que amanece sin nubes y sin viento, algo que un friolero como yo agradece muy de veras. Aunque este trazado no sea el auténtico del Camino original y aunque madrugues mucho, resulta llamativo comprobar la gran cantidad de peregrinos que recorren esta vía de las estrellas y, además, que por mucho que madrugues una gran parte de ellos te llevan siempre la delantera (figura 27).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Figura 27. Es llamativo el número de peregrinos que hacen el Camino

Atravesamos el bonito pueblo de Hospital de Órbigo, cruzando su espectacular puente, tal vez el más largo de todo el Camino (figura 28). Recuerdo con nitidez cuando estuvimos acampados en este mismo lugar hace unos 30 años.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Figura 28. El larguísimo puente sobre el río Órbigo

 

También es interesante recordar la mítica hazaña de Suero de Quiñones que hizo de este puente el famoso “paso honroso”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Figura 29. La señalización del camino en Santibáñez de Valdeiglesias

 

Siguiendo el camino pasamos por Santibáñez de Valdeiglesias, pequeño pueblo donde aprovecho para descansar y comer (figura 29). Puedo visitar la iglesia del pueblo porque da la casualidad de que la están limpiando y la señora me deja pasar. Hay una fuente agradable donde como un bocadillo del jamón que me dejó Isabel cuando nos vimos en Moratinos, hace ya unos días. Como es mucha cantidad, lo comparto con Neal y con una simpática italiana (Elisa) (figura 30).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Figura 30. A Elisa también le duelen los pies

Aunque la etapa es más larga de lo habitual, el camino es cómodo y el hecho de no llevar el peso de la mochila se va notando a medida que transcurren los kilómetros. El cansancio tarda mucho más en hacer acto de presencia. Llego con facilidad a San Justo de la Vega, poco antes de Astorga. Durante el recorrido se empiezan a ver en el horizonte los montes de León. Resulta un cambio notable que llama la atención después de tantos días acostumbrado a llanuras sin ningún tipo de elevación.

La pensión Juli es modesta pero limpia, incluso con televisión en la habitación, lo que ayuda a pasar la tarde. Además, el pueblo tiene una pequeña biblioteca pública en la que hay servicio de ordenador con Internet. En fin, un conjunto de comodidades de la civilización que no suelen encontrarse en las jornadas habituales del peregrino.

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En este sitio quiero compartir con los amantes de los viajes, también con los que son renuentes a realizarlos, algunas experiencias y fotografías sobre algunos de los viajes más interesantes que hemos tenido la suerte de realizar.

Todo viaje a un país desconocido es una experiencia intensa que te hace sentirte vivo y te enriquece, pero en algunos casos la distancia, la sorpresa, el exotismo o la belleza del lugar hacen que esa experiencia sea algo especialmente memorable.

Jaime Pereña Brand

Madrid, 2020

 

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